…….El ingresar a uno de tus mayores en una residencia, es duro…. Muy duro, tanto para ese ser querido, como para aquel que toma la difícil decisión. Hay que luchar tus propios sentimientos. Hay que ser fuerte ante los ojos que te miran implorantes, y hay que hacer oídos sordos ante aquellos que te dicen: “yo jamás lo abandonaría en una residencia” (esto es duro, es una puñalada trapera). Desde mi experiencia como familiar, aprendí dos cosas fundamentales: A CONFIAR Y A DESCONECTAR. Hay que confiar en el centro y sus cuidadores eso es importantísimo. Una vez se consigue esa confianza, hay que desconectar: cuando se sale por la puerta del centro, tras la visita, hay que vivir tu propia vida, y si ocurre algo, ya te llamarán. Los cuidadores JAMAS, van a suplir el amor que se les tiene como hijos, pero SI les van a dar UN CARIÑO que perciben estas personas que de repente vuelven a una infancia ya dejada hace décadas. Como dicen en la película “Y tú quien eres” (Antonio Mercero), “la afectividad, es el único lazo que les une a la vida”. Jamás me arrepentí de mi decisión, y fue uno de los momentos más duros que he vivido hasta ahora, incluso mucho más duro que el día que falleció. Creo, rectifico, estoy convencida, que los profesionales de la geriatría, están hechos de una pasta especial…… PILAR PONS (familiar)
Cuando vi el comentario que Pilar hizo respecto al post que publiqué sobre la Residencia, consideré que era la forma perfecta de introducir el tema de los sentimientos familiares que surgen al ingresar a un ser querido en una residencia, ya que Pilar, como protagonista de una historia real, nos cuenta su experiencia desde el corazón.
Por mi trabajo, diariamente veo a personas que acuden a la residencia con la intención de ingresar a su familiar. Son miles las razones que les llevan a tomar esta complicada decisión, pero generalmente, suele ser por necesidad. Llegados a este punto, los familiares por regla general, ya han pasado por varias fases, y éste es el último paso que les faltaba por dar. Es muy posible que la idea de ingresar a su padre o a su madre en una residencia, fuese una opción que nunca anteriormente se hubiesen planteado, incluso si unos meses antes alguien les hubiese planteado la opción de una residencia, les habría producido total perplejidad.
Pero llegado el momento, un día dejan a su padre o madre en el centro, los familiares se despiden cariñosamente de él y a continuación le dan la espalda saliendo por la puerta del centro. En ese mismo momento, es conmovedor ver la expresión de dolor en sus caras, y la angustia con la que se van. Se trata de una mezcla de dolor, pena, miedo y culpabilidad.
Dolor por no estar preparados para tomar una decisión tan dura, pena de sentir que abandonan a su familiar con personas desconocidas, en un lugar desconocido, miedo de haber tomado la decisión equivocada, miedo a no haber elegido el centro adecuado, miedo a que ocurra un accidente, miedo a que el familiar no apruebe la decisión, y lo peor, la culpabilidad…. “culpabilidad de no cuidar yo mismo de mi familiar”.
En ocasiones, esta angustia también viene desencadenada por sentirse arrastrado por una decisión que ha sido tomada por consenso familiar. A veces, son varios los hermanos y están todos de acuerdo con la decisión del ingreso, todos…. excepto uno, que con resignación acepta la decisión que ha tomado la mayoría. Sin embargo, este rechazo, este asumir la decisión del resto, es el que le va a crear toda la angustia a la que anteriormente me refería.
Este hermano nunca va a entender al resto, nunca va a encontrar un desahogo compartiendo sus sentimientos con el resto de sus hermanos, nunca va a sentirse comprendido por ellos, y nunca va a compartir la decisión que se ha tomado.
Hay personas que poco a poco, conforme van confiando en el centro y en su equipo de trabajo, conforme van observando que su familiar se integra y se siente bien donde está, e incluso tiene mejor aspecto, y conforme estas personas se van sintiendo más descansadas que antes de que ingresase en la residencia, conforme va rehaciendo la vida que estaba comenzando a quebrarse, a recobrar su tiempo personal, etc. poco a poco se va a desprender de la pesada cadena que es la culpabilidad.
Sin embargo, otras personas, generalmente por la falta de adaptación o de convencimiento a esta nueva situación, por su carácter, o por el tipo de lazo de unión con su familiar, va a llevar colgado el peso de esta cadena hasta el final.
¿Qué es lo que debe hacer en estos casos?
Para toda persona con sentimientos, ingresar a un familiar en un centro residencial es duro, y es inevitable que surjan los sentimientos negativos. Pero como antes he mencionado, poco a poco estos sentimientos deben ir desapareciendo.
Para poder ayudarnos, lo primero es confiar en el centro, para ello, hay que conocerlo desde dentro, convivir con nuestro familiar dentro de él. Hay que conocer la parte humana del centro, su estructura, sus trabajadores, conocer su forma de trabajar, sus cualidades y errores, convivir con el resto de usuarios, valorar como viven y como lo conciben. Conforme vayamos integrándonos en el centro, iremos aumentando nuestra confianza en él.
Por otra parte, es importante confiar a alguien nuestros sentimientos, nuestros miedos. En caso de no existir esta persona, sería interesante buscar un grupo de ayuda o incluso un profesional de la psicología. Seguro que el centro existe uno y está encantado de poder ayudar a quien lo necesite.
En caso de que nuestros sentimientos negativos se alarguen excesivamente en el tiempo, y se conviertan en algo obsesivo que está perjudicando nuestra vida social o familiar, en este caso deberemos buscar ayuda profesional.
En el momento que sintamos que el centro le está dando a nuestro familiar todo lo que nosotros no podemos, ya sea por falta de tiempo, de espacio o de conocimientos médicos; en el momento que vayamos a visitar a nuestro familiar con alegría y satisfacción, y conforme consideremos que la decisión de ingresar a nuestro familiar en el centro ha sido la mejor opción posible….. ¡Habremos conseguido superar nuestros sentimientos, ser objetivos y adaptarnos a la nueva situación!.